Los mirlos negros Los prismáticos aún exhalaban en mis dedos el calor de su piel sobre el metal. Me asomé por ellos y, al otro lado, los mirlos con plumas provenidas de las tinieblas y picos como amaneceres se removían en el nido del cerezo de su jardín. No tenía flores. Pedro me rodeó […]
Página anterior Siguiente página